domingo, 18 de diciembre de 2011

ALTO Y CLARO

Varias cosas tengo que decir:

1) No me gusta la falta de seriedad y consideración hacia los demás de las personas que acuden a una cena en el segundo plato sin justificación alguna, casi dos horas después de cuando has quedado, da igual como quedes con el restaurante porque ellos no han movido un solo dedo organizando nada y ni siquiera van a dar la cara. Aunque bueno, lo mismo harían en un cumple o cualquier otro evento.

2) No entiendo a la gente que se cree que el mundo gira entorno a ellos, por tanto ellos deciden a su antojo que hacen sin avisar o sin comunicarlo, da igual….
Lo que no saben es que están muy equivocados, que el mundo jamás se detiene y lo triste es que cuando este precioso regalo que es la vida se acabe les pillará en casa trabajando…

3) Que es muy triste ser “adicto al trabajo”, que prefiero ser adicto al sexo, adicto a los besos y a las caricias, ser adicto a las sonrisas, adicto a la buena comida, ser adicto a los viajes que te dejan huella, adicto al deporte…ADICTO A LA VIDA

4) Que no concibo el aislamiento ni la creación de subgrupos

5) Que no entiendo el comportamiento ni la actitud de ciertas personas.

6) Que la gente no tiene ni puta idea de lo necesario que es “el gasto social”, se creen que es algo prescindible, un saco roto, hasta que realmente lo necesitas….y ves que hay muchas familias que lo están pasando mal de verdad, que el gasto social es lo que sustenta a una sociedad moderna y solidaria.

7) Y si hay algo que de verdad me molesta y que pienso que está haciendo una sociedad cada vez más deshumanizada, eso es la esclavitud a la que nos somete el móvil, ese aparatejo que busca nuestra atención cada ciertos minutos en busca de acercar un supuesto interlocutor lejano física y seguramente también muy lejano mentalmente y que nos aleja del contacto cercano e íntimo del verdadero interlocutor, ese que está compartiendo contigo su tiempo, su conversación, su sonrisa, seguramente su cariño o quién sabe si algo más….

Así algunos no hacen más que mandar wassup indiscriminadamente, les da igual cortar una conversación, una confidencia o un brindis, otros cuelgan comentarios en su muro del Facebook indicando que hacen a cada instante como si eso les diera más caché o como si en realidad nos importara, algunos otros miran continuamente la pantalla del móvil como si esperasen la llamada que cambiará sus vidas, o el sms de esa persona que seguramente escriba más por inercia que por pasión y ganas…

No me gusta este mundo en el que cada vez a las personas se las mide más por su aparatejo de última generación que por su calidez, su conversación, su comprensión, no me gusta esto que estamos creando entre todos donde la búsqueda de interlocutor ya no es necesaria, ni siquiera interesa.

Pues yo me niego a dejarme someter a la esclavitud del móvil, yo sigo creyendo en la vida porque todavía confío en mi interlocutor, en el real, ese que comparte su tiempo conmigo, sus ideas, su conversación, sus confidencias, su amistad, su amor de piel con piel, y no aquel falso interlocutor que construimos.

Llamarme rancio si queréis pero yo prefiero disfrutar del tiempo que la vida me brinda con mi gente….y muchas veces cuando quedo con la gente pienso: “estará disfrutando al estar conmigo o esto es solo un mero trámite y está deseando que nos separemos para sacar ese odioso aparatejo que algunos llaman nuevas tecnologías y continuar con el vicio…”

Creo que hoy más que nunca sería necesario que más de uno se leyera un libro de Carmen Martín Gaite que se llama “LA BÚSQUEDA DE INTERLOCUTOR” para ver si así se enteran de algo…..

Como yo escribo alocadamente y sin pensar, os dejo un artículo del gran periodista JUAN CRUZ RUIZ que me ha gustado mucho y que expresa de forma genial lo que yo quería expresar.




Juan Cruz Ruiz

Decía José Ortega Spottorno que el fin del mundo llegaría cuando todos los teléfonos dieran comunicando. Él vivía (aún) en la era del teléfono fijo, que usaba con profusión pero con desgana: como Manuel Vázquez Montalbán era un hombre negado para la comunicación telefónica de carácter cordial o casual, pues sólo llamaba para dar recados, y luego colgaba sin decir adiós, como si le quemara el aparato en la oreja. Él creía, en efecto, que ese día en que ya todos los teléfonos dieran el espantoso pitido reiterado del Comunicando el mundo estaría al borde de su desaparición. Imagino que eso no pasará jamás, pues ahora hay más teléfonos que usuarios, por lo cual siempre habrá algún móvil sonando en el desván, sin que nadie lo agarre pero sonando. Pero sí es cierto que todo el mundo, de una manera u otra, está comunicando, entretenido en la pantalla superficial y digital de su teléfono celular, esperando que de ese tacto que se le ofrece surja alguna novedad, un mensaje que le cambie la vida al menos por un minuto, o alguna noticia que cambie el destino del mundo. Es una terrible plaga la de comunicar; lo que en algún momento se dibujó como una posibilidad de contacto entre los seres humanos, el teléfono e incluso el celular, se está convirtiendo en una manía, como la de la glotonería o como la de la musicomanía que hace años hacía que nadie te escuchara porque iba a toda hora (la manía persiste) colgada de unos auriculares. Ahora es frecuente encontrar en los restaurantes, en los bares, en las iglesias y en las universidades a gente de todas las edades comunicándose por teléfono con otros mientras están en las mesas, en las barras, en los pupitres o en las aulas sentados con otros que a su vez están haciendo lo mismo que ellos: comunicándose con los lejanos. Así que están lejanos los que están cerca y aquellos a los que llamamos. Se está produciendo aquel fin del mundo del que hablaba Ortega, lo que pasa es que nosotros creíamos que el fin del mundo sería como un incendio. Lo es, pero no lo vemos, porque está en nuestro cerebro, en nuestra mente, en la destrucción progresiva de la intimidad como forma de atención al otro, al único, al que está dentro de nosotros pero oculto por la presencia omnímoda, y omnívora, de un auricular que requiere toda nuestra desviada atención.


Ahora después de este discurso del abuelo cebolletas....A DISFRUTAR DEL DOMINGO SOLEADO!!

SANTI DIXIT

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