viernes, 8 de mayo de 2009

EL LUCERO QUE LLEVA TU NOMBRE


Hoy quería compartir con vosotros un texto que escribí hace algún tiempo, tampoco demasiado, pensando en una chica que me atrapó en su red de embrujo y en sus ojos claros de fantasía.Da igual nombres, eso es lo de menos. Este texto está dedicado a ella, este texto es de ella, este texto es para ella….


Me encuentro en la cárcel de mi casa tras los barrotes del recuerdo, de la desesperanza y me siento asustado, desilusionado y sobre todo solo, muy solo.
La verdad es que no sé muy bien que era lo que sentía pero mi corazón se apresuró a darle forma sin pensar que esa inocente acción me haría meditar toda la noche. ¿Qué es la soledad? Me pregunté mientras cerraba los ojos y tras muchas horas incapaz de contestar, un susurro de voz brotó desde lo más profundo y me hizo responder: “la soledad es sentirse solo”, y en ese instante una lágrima se aventuró y empezó a caer mojándome el rostro porque así era como yo me sentía, solo, muy solo.

En ese momento abrí la ventana de mi habitación y me detuve a mirar el cielo de Madrid, el inmenso cielo de Madrid, con su oscuridad penetrante solo restada por la presencia de algunas estrellas, de algunos luceros que como luciérnagas de vida se resisten a morir en el olvido.
Desde allí mi mente inició el camino hacia el lucero de tus ojos, esos ojos claros, inmensos, repletos de vida, amor, locura y deseo que se resisten a morir en el olvido, en la soledad de la oscura noche de Madrid.

En este arduo camino hacia ti, lucharé, lo prometo, lucharé por ser el prisionero de tus ojos, la luz de tu sonrisa, el viento que alborote tu pelo, el sediento que beba de tus pechos, el mar que moje tu cuerpo en esta playa de olvido e indiferencia.

Me gustaría arrancar los motores de mi aeronave y despegar hacia ti, rozarte, poder volar y alcanzarte, mi cielo, poder perderme en tu cuerpo, amándote como el Sol y la Luna lo hacen durante los eclipses, de forma desesperada, instintiva, aprovechando el momento... y así mostraríamos a todos lo bonito del amor, entregándonos uno al otro, rozando nuestra piel con caricias de terciopelo y arcoiris, saciando mi sed de ti con el néctar de tu boca y de tus pechos, liberando jadeos de complicidad y deseo, miles de besos en forma de mariposa, revoltosos, inquietos y suaves, muy suaves, como un susurro de amor y de promesas eternas. Nuestros cuerpos húmedos y temblorosos se fundirían en uno solo demostrándonos que la felicidad existe, aunque ésta tenga la forma de lo efímero del tiempo.

La noche en Madrid sigue avanzando de forma lenta y silenciosa al igual que lo hace la muerte tras la oscuridad de las pequeñas calles. Recuerdo como brillaban tus ojos bajo la noche del último invierno que olvidamos juntos, parecían dos luceros de vida y desamor, de sonrisas de chocolate y whisky.

La locura se apodera de mi ser, quiero gritar tu nombre pero mi voz se ahoga entre sollozos, estás lejos, jamás podré tenerte entre mis brazos y mi mente solo puede pensar en tus ojos, esos ojos increíbles, irreales y brillantes como aquel lucero que bauticé con tu nombre. Me gustaría detener mi vida en el paraíso de tus ojos, poder entremezclarme con tus lágrimas cuando llores de alegría y compartir contigo el sabor salado y amargo de la tristeza, dejarnos llevar por el sol anaranjado del crepúsculo y amarnos al atardecer junto al mar, deteniéndonos en cada poro de nuestra piel, sin prisa, sin tiempo, sin pausa….

Pero tras la enajenación producida por la locura del momento, la realidad se vuelve más dura y cruel, la noche deja paso al día y los reflejos del sol no me dejan verte. Te busco pero no estás, no hay rastro de tu cuerpo, de tu aroma, de tus labios...pero tus ojos me persiguen como una obsesión, bendita obsesión.

Solo puedo gritar: ¡ESTÁS LEJOS! ¡ESTÁS LEJOS!
Y me vuelvo a sentir solo, muy solo y asustado porque no sé si sería capaz de seguir adelante sin verte, sin sentir tu sonrisa, sin tu respiración. Sin ti prefiero que la muerte clave la daga del desamor sobre mi pecho y morir lentamente reviviendo cada uno de los momentos compartidos.

Te quiero aunque estés, como el lucero que lleva tu nombre, tu lucero, tan lejos de mí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué precioso Santisssss!!!!!!
Enhorabuena!! Y espero que sigas compartiendo con nosotros estas cosas tan bonitas.

Besos. Elsa